Escuela para padres

CRECIENDO, un proyecto de vida

Nuestro programa de cuidados de la salud  tiene por objetivo trabajar todas las estrategias posibles que faciliten una mejor calidad  de vida.

La calidad de vida resulta de la combinación de dos factores esenciales: salud y educación. Esta última contribuye, considerablemente, en el logro de una buena salud,sobre todo desde la educación para la prevención.

La prevención atañe desde los niños más  pequeños hasta los adultos mayores, de  allí que Creciendo es  una propuesta para toda la familia.

Hace algunas  décadas, si se quería hablar de  calidad de vida para los mayores,  se limitaba a los temas de cuidar la salud, comer  sano y tener un fuerte contacto familiar. Ahora  la idea de calidad de vida se ha redimensionado  y requiere sumar otros conceptos como participación  , actividad, reinserción social y un buen  uso del tiempo libre.

Hablar  de los adultos mayores es hablar de los abuelos,  y consideramos necesario detenernos en este punto  y reflexionar alrededor de qué significa  SER ABUELO

El  abuelo es testigo de nuestro pasado, es la raíz  de nuestro ser.

El rol de los ancianos ha sido muy valioso en culturas primitivas. Con el tiempo, en forma paulatina, se fue perdiendo ese respeto por los mayores, hasta llegar a la historia reciente en que su papel habría quedado relegado y hasta cierto punto desvalorizado.

En la actualidad, en medio de la crisis de  valores que se está atravesando  a nivel social, las familias están reconociendo nuevamente el rol vital que los abuelos ejercen en la enseñanza de aquellos valores  que se consideran cruciales para la educación  de niños sanos. La honradez, la perseverancia,  el esfuerzo, el compromiso, la solidaridad, son  algunos de los pilares en la formación  de personalidades sólidas, capaces de asumir  decisiones responsables.

Hoy en día, aunque no vivan bajo el mismo  techo, los abuelos representan, como antaño, la fuente de la sabiduría y la  experiencia, la ternura y la paciencia.
Sabiduría porque generalmente  se los considera "como libros vivientes".  Lo que saben es fruto, en gran medida, de la experiencia que han ido recogiendo a lo largo de toda su vida. Experiencia basada en el trabajo  diario y la necesidad de encontrar respuestas  que ayuden a sortear las adversidades que se van presentando. La ternura es por excelencia el sentimiento que todo abuelo despierta, fruto del profundo amor, con que intentará proteger a sus hijos y a sus nietos. Y la paciencia es lo que le permite disfrutar de los niños, ya que son otros los tiempos que les dedica, compartiendo con complicidad juegos y gustos, sabedores de  que están los padres para la puesta de  límites y teniendo la tranquilidad de que ya no dependerá de ellos, exclusivamente,  la educación.

Estos abuelos son capaces de cubrir este rol tan importante que la sociedad espera de ellos sin  caer en lo que podría considerarse una "invasión" en la vida familiar,  son los portadores de valores, tienen respuestas que fueron generando durante años, y han aprendido que los momentos de la vida deben ser  "vividos intensamente" y disfrutar en  plenitud este período de adultez madura.
Son poseedores de habilidades que sin querer imponerlas en el seno del hogar de los hijos, pueden contribuir  para que ellos también vayan siendo gestores de su propia experiencia, que seguramente después  transmitirán a sus hijos. Porque la vida es una sucesión permanente de vivencias  que se van entrelazando entre sí, conformando  la historia familiar.

Esta historia familiar es la que permite  que entre todos los integrantes puedan construir el "Saber vivir el presente, con proyección  de futuro y experiencia del pasado". De este modo se generan las propuestas creativas de crecimiento.

Este entramado histórico-familiar contribuye  a darnos cuenta de cuántas cosas de nuestro  pasado pueden reconstruirse, resignificarse y  constituirse en algunas de las respuestas que  la crisis actual está demandando. En este  sentido, los abuelos como portadores de  la cultura que nos dio origen, pueden  ayudarnos a "reciclar" la nuestra en pos de mirar hacia adelante con una visión  de mayor optimismo.

"La madurez del hombre es haber recobrado la seriedad con la que jugábamos como cuando éramos niños" Nietzsche

Un nieto hace renacer en los abuelos el espíritu del niño que llevan dentro, pero que quizás no habían recordado desde hacía mucho tiempo. Al despertar ese espíritu, los hace ver, por ejemplo, lo extraordinario de una mariposa o el color cambiante de una burbuja de jabón.

Los abuelos, un tesoro familiar
Unos son estrictos, otros muy consentidores. Unos son mayores, otros más jóvenes, pero todos, abuelos y abuelas, son fundamentales en el crecimiento emocional de los hijos y nietos.  No existen sustitutos de los padres, pero sí quienes acompañan su tarea de amor, en un clima de ternura y comprensión. Las historias de los abuelos son tesoros puestos en palabras que nos ayudan a las generaciones más jóvenes a recrear el sentimiento de identidad que nuestros padres nos han dado.

"Dentro de la estructura de la familia, los abuelos somos una parte esencial pues ayudamos a crear una base sólida de amor, comprensión y consuelo. Vivimos en una sociedad rodeada de delincuencia, abuso de drogas y alcohol, donde se valora poco o muy poco las cualidades morales que nos unen y nos hacen un pueblo bueno. Como abuelos tenemos una gran oportunidad para darles la mano, enseñarles y recordarles a nuestros nietos aquellas enseñanzas que heredamos de nuestros padres y abuelos que nos harán mejores seres humanos, pues la experiencia en la vida nos brinda las herramientas para ayudar a nuestros hijos en su misión como padres. Tenemos la dicha de poder enseñar a nuestros nietos a través de nuestro conocimiento y con nuestro ejemplo".
Estas son palabras que podemos escuchar de boca de cientos de abuelos comprometidos con la educación de las nuevas generaciones.

LOS ABUELOS Y SU CALIDAD DE VIDA

La actitud con que cada uno mire de frente a la vida es la que determina la edad que se tiene.

Hay opiniones diversas sobre cuándo se entra al período que se conoce como “la tercera edad”. En realidad, consideramos que no hay una edad precisa, sino que depende, fundamentalmente, de la actitud con que se viva cada momento. Es dicha actitud la que marcará el espíritu con el cual se transiten los años de madurez.

La sociedad se ha vuelto longeva. La longevidad ha sido, para toda la humanidad, un ideal expresado de muy diversas maneras, desde tiempos inmemorables. Pero no se trata sólo de vivir mucho, sino vivir muchos años en las mejores condiciones posibles.
Por ello los espacios y los tiempos dedicados a los abuelos se han intensificado. Esta realidad obliga a los adultos mayores a pensar nuevamente en sí mismos, redefinir algunos planteos y proponerse nuevos objetivos. De esta manera se elevan los niveles de autoestima y de satisfacción vital, demostrando que actividades que parecían vedadas para esta edad, se conviertan en situaciones de vida cotidiana:estudiar, hacer deportes, bailar, no sólo son factibles sino muy recomendables.

El concepto de calidad de vida en la tercera edad, puede ser tomado como una estructura bidimensional: desde lo subjetivo en lo que respecta a la satisfacción de vida y la autoestima, y desde lo objetivo en lo relacionado con el estado general de la salud y con el status socioeconómico.

El envejecimiento exitoso que fue equiparado algunas veces en el pasado al concepto de satisfacción de vida y otras a sobrevida y buena salud, tiene hoy una definición coherente y que combina tres elementos: sobrevida (longevidad), salud (sin discapacidad) y satisfacción de vida (felicidad).
En lo que respecta a la autoestima, se debe trabajar en ella para prevenir supuestos deterioros que devengan naturalmente por la edad y buscar la mejor manera de envejecer con dignidad.

Cada ser humano tiene conocimientos, capacidades, talentos especiales y funciones individuales. Y aún cuando el adulto mayor deba depender en ciertas áreas de protección y apoyo, no deja de poseer en otros campos suficiente competencia para generar por sí mismo respuestas hábiles para otras necesidades.
La calidad de vida humana es una sola e independiente del factor edad, no sólo desde una concepción médico-psico-social, sino fundamentalmente existencial y filosófica.

Todas y cada una de las personas son responsables de generar actividades que las hagan sentir bien. La edad nunca será un obstáculo para emprender acciones que contribuyan al sentimiento de saberse útil y capaz de hacer aportes creativos. Mucho más cuando se tiene alrededor el amor de los seres queridos.
Ser abuelos permite vivir otra dimensión del afecto en la que es posible "derrochar mimos" sin remordimientos. Los nietos hacen que se produzca un acercamiento diferente con los hijos, de los que se convierten en los mejores consejeros, y son los niños quienes devuelven a los abuelos la ingenua perspectiva infantil... esta vez sin responsabilidades.

Para ser un buen abuelo:

- Averigüe cómo quieren los papás educar a sus hijos y respete sus decisiones.
- Apoye las buenas acciones de sus nietos, y estimúlelos para que continúen realizándolas.
- Busque compartir con ellos sus vivencias y de esa manera gánese su confianza para poder intercambiar inquietudes y opiniones.
- Escúchelos conversar para conocer cómo piensan y sienten.
- Cuando usted enfrente una situación difícil, piense en el ejemplo que les da con sus reacciones.
- No descalifique a los padres de sus nietos, porque afectaría las imágenes adultas.
- Trate a cada nieto como una persona especial y única; dele la importancia debida a cada suceso en su vida.
- Mantenga las puertas abiertas para ellos.
- Actúe discretamente, hágales saber a sus hijos que cuentan con usted cuando lo necesiten, sin interferir antes. Como sugieren algunos especialistas, "hay que saber estar, sin estar".


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